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Una vez y siempre

Este volumen llega dentro de la colección Biblioteca del Pueblo, y se le confirma así como una joya del patrimonio cultural cubano, que debiera estar al alcance de todos los educadores, los de la escuela y los del hogar

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Muchas de las historias reunidas en estas páginas se han hecho conocidas en la Isla gracias a la existencia de la recopilación, aparecida con diversos diseños, ilustraciones y calidades, pero siempre encontrándose con sus destinatarios.

La madre se acomoda en medio de la cama; a cada lado, uno de los niños. La hora, las almohadas, los silencios llaman al sueño. Pero antes de cerrar los ojos debe haber un cuento, o dos, o un poema «chiquitico así, mamita, uno más y ya».

El libro, ajado por el uso, ha salido del librero como cada noche, y empieza la aventura: había una vez una gallinita dorada que «estaba picoteando en el patio y se encontró un grano de trigo: –¿Quién quiere venir conmigo a sembrar este grano de trigo? Y dijo el pato: …»

Y así, en el imaginario infantil entran, además de La Gallinita Dorada y la diferencia que supone colaborar; El patito feo, y la importancia de respetar al diferente; Los tres cerditos, y las ventajas de esforzarse, y también la rana que cantaba cucú, Ricitos de Oro, Mediopollito, el Ratoncito Pérez, la Caperucita Roja, el lobo… y toda una serie de personajes, cuentos y poemas que tienen en común la sencillez, la belleza y las enseñanzas que se necesitan en esas edades para que crezca, a la par que el cuerpo, el entendimiento de la vida.

En su niñez, la madre también disfrutó de esas palabras y, probablemente, durante muchas generaciones, en la familia se sigan preservando o comprando nuevas ediciones de esa maravilla que resulta Había una vez.

La selección, concebida en 1946 por el pedagogo hispano cubano Herminio Almendros (1898–1974), se encuentra entre los títulos más buscados cada año en la Feria del Libro en Cuba. Lo ansían padres, tías, maestras, abuelos… pensando no solo en los pequeños que aman, sino también en aquellos que les nacerán en el futuro. Uno siempre quiere compartir lo que le ha tocado el alma.

Muchas de las historias reunidas en estas páginas se han hecho conocidas en la Isla gracias a la existencia de la recopilación, aparecida con diversos diseños, ilustraciones y calidades, pero siempre encontrándose con sus destinatarios.

Este año, en la 33 edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana, el volumen llega dentro de la colección Biblioteca del Pueblo, y se le confirma así como una joya del patrimonio cultural cubano, que debiera estar al alcance de todos los educadores, los de la escuela y los del hogar.

¿Cómo no va a aprender de lo hermoso un niño o una niña que lea o a quien se le lea: «Mamá: cuando sea grande / voy a hacer una escalera / tan alta que llegue al cielo / para ir a coger estrellas…»?

¡Qué regalo les hacemos si escuchan: «Pero el pato gris, como le decían antes, no sintió orgullo. Su buen corazón, que nunca quiso hacer daño a sus enemigos, solo se llenó de una gran alegría y de un cariño inmenso hacia el mundo entero»!

La ternura, que nada tiene que ver con la ñoñería o el simplismo, es esencial para que el público infantil se encuentre con las letras y siga ese camino hacia el enaltecimiento. De eso sobra en el regalo que Almendros le hizo a la niñez. Por eso Había una vez, y siempre.

(Fuente: Granma)

Foto: Juvenal Balán

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