
Con profundo pesar y sentido de pérdida irreparable, el Ministerio de Educación de la República de Cuba y toda su comunidad educativa despiden al eminente Profesor Horacio Díaz Pendas, una de las figuras cimeras de la pedagogía cubana.
Su partida deja un vacío inmenso en las aulas, en la enseñanza de la historia y en el corazón de la educación de este país.
El Profesor Díaz Pendas fue mucho más que un transmisor de conocimientos; fue un forjador, un inspirador de vocaciones y un guía incansable para generaciones de estudiantes, docentes, metodólogos y directivos.
Su legado, plasmado en sus lecciones, su didáctica excepcional y su amor por la enseñanza, trasciende el simple recuerdo para convertirse en un pilar fundamental de la formación en Cuba. Su ejemplo de rigor, dedicación y ética profesional permanecerá como luz y guía para todos.
Hoy decimos adiós a más que un profesor; decimos adiós a un faro de sabiduría, a un MAESTRO, a un PATRIOTA. Sus clases no eran simples lecciones, eran encuentros con el conocimiento vivo, donde su pasión por enseñar contagiaba a quienes lo escuchaban.
Tenía el don de ver el potencial en cada persona, en cada colega y discípulo y la dedicación para ayudarlos a alcanzarlo. Nos enseñó de Historia de Cuba, de Martí y también sobre integridad, curiosidad y el valor del esfuerzo.
Ostentó títulos académicos y científicos, reconocimientos, condecoraciones, premios nacionales e internacionales, dos Doctorados Honoris Causa, el primero de ellos por su Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona y el segundo, recientemente por la Universidad de Matanzas. En esa ocasión Horacio nos volvió a alertar de fenómenos educativos y sociales que hay que atender de manera permanente y una vez más, y como siempre, dejó claro que el maestro jamás será sustituido ni por la más avanzada de las tecnologías.
Transmitió su respeto, su cariño y su admiración por los docentes, sobre todo por esos que cada día con tiza y borrador en mano dirigen los procesos formativos en el aula.
El profesor Horacio se ha ido, pero nos ha obsequiado sus valiosos libros, sus artículos, sus programas televisivos, sus cápsulas metodológicas y en ellas el camino a seguir en la dirección del trabajo pedagógico.
A su familia, especialmente a su hija: nuestro más sentido pésame. La educación cubana pierde un pilar, pero su legado imperecedero vivirá por siempre en sus colegas, compañeros y amigos.
Horacio es una leyenda, nuestra leyenda. La clase que nunca terminará, el encuentro que siempre estaremos esperando, el aplauso que siempre regalaremos, el consejo oportuno, la visión y la alerta temprana.
¡Hasta siempre, Maestro! Su obra vive y seguirá viviendo en el magisterio cubano.