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Otro modo de transformar la comunidad

La creación de casitas infantiles en los centros de trabajo no se puede ver –y no está– separada de la atención que reciben las familias en situación de vulnerabilidad, pues la Resolución 58 de 2021 del Ministerio de Educación establece que pueden dar atención a niños de la comunidad que presenten determinadas situaciones sociales.

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Tomado de periódico Granma

La creación de casitas infantiles en los centros de trabajo no se puede ver –y no está– separada de la atención que reciben las familias en situación de vulnerabilidad, pues la Resolución 58 de 2021 del Ministerio de Educación establece que pueden dar atención a niños de la comunidad que presenten determinadas situaciones sociales.

En declaraciones a Granma, María de los Ángeles Gallo, directora nacional de Primera Infancia del Ministerio de Educación (Mined), explicó que, partiendo del principio de que lo más importante es que el niño pueda incorporarse a una forma de atención educativa en la primera infancia, puede catalogarse de «muy humano» que la casita infantil  ofrezca «atención a niños de la comunidad cuyas madres no trabajan, pues el hecho de ofrecerles un espacio permite que puedan comenzar a hacerlo. A veces se incorporan al mismo centro donde está la casita, a veces les tenemos que buscar otra actividad laboral».

Las direcciones provinciales de Educación continúan priorizando el asesoramiento para la apertura de nuevas casitas infantiles; si bien el país cuenta con 41, en las que son atendidos 821 niños, y en las proyecciones para este año está previsto llegar a 44, este proceso demanda cambios en los modos de actuar de los directivos, y no está exento de algunos tropiezos por las dificultades con recursos materiales.

Al abordar las barreras subjetivas, «lo primero, a veces, es la resistencia al cambio en los trabajadores y en miembros del consejo de dirección. Es lógico. Abrir una casita infantil supone algo diferente al objeto social que ellos realizan y lo ven como algo inalcanzable, que no es importante», apuntó la Directora Nacional de Primera Infancia.

«Otro de los problemas que también hemos encontrado es la poca sensibilidad que tienen las personas: no lo ven como una inversión en un niño que va a llegar a la escuela con mayor preparación. Tampoco lo ven como la estabilidad que va a tener el trabajador por tener a su niño en una casita, donde será cuidado y atendido con la calidad que se requiere», añadió.

Sortear esos obstáculos con los medios y recursos tanto materiales como humanos que se tienen, lleva implícito un amplio trabajo de sensibilización en el que directivos del Mined y del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) vienen dando pasos, con la realización de talleres de capacitación para funcionarios y directivos de organizaciones y entidades.

«En cada uno de estos talleres se han planteado experiencias de casitas infantiles que ya llevan varios años funcionando. Esa experiencia es válida para que las personas puedan ver que se puede y que es pertinente abrir una casita en su centro laboral», dijo.

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