Tomado de Agencia Cubana de Noticias

El adiós a las teleclases cerrará, además, una etapa de intenso bregar, signada por el fuerte rebrote de la COVID-19 en gran parte del país y enfocada en garantizar la continuidad de los servicios educacionales a partir de la combinación de diferentes modalidades de atención educativa y el trabajo comunitario a nivel de consejos populares.

No ha sido poco lo hecho desde la escuela y todo ese sistema educativo bien estructurado con que cuenta la Antilla Mayor, pero también por otros organismos, organizaciones, en la comunidad y por las familias, con el fin de acompañar, apoyar y complementar el ingente esfuerzo para preparar y ofrecer una programación docente televisiva tan abarcadora y -vale decirlo- sumamente costosa.

Más allá de la pequeña pantalla y como refuerzo de las trasmisiones, se abrieron cauces desde la virtualidad y así, por ejemplo, al alcance de un clic, listas para “descargar”, han estado las teleclases en el sitio web oficial del Ministerio de Educación y en el portal CubaEduca, e igual fue desarrollada la aplicación para móviles MiClaseTV y activado el servicio de repasador en línea.

Mucho han contribuido las tecnologías de la información y las comunicaciones al empeño de mantener vivo el curso, y no por tozudez o capricho, sino con clara conciencia del efecto protector y compensador, el valor de la actividad escolar en la vida de niños, adolescentes y jóvenes y la importancia de, en una situación como esta, buscar alternativas para asegurar su continuidad.

Incontables son los grupos de Whatsapp creados, incluso por los educandos y las familias como redes de apoyo, para intercambiar entre ellos, y esos otros abiertos como canal de comunicación hogar-escuela y para la conexión del maestro con sus alumnos, esencial e insustituible en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Hablamos de los docentes, y muy activos han estado en este periodo, durante el cual se han mantenido vinculados a su colectivo y discípulos y han asumido el cuidado de su escuela y cumplido importantes tareas asignadas por los consejos de defensa, sin por eso descuidar su preparación ni dejar de seguir atentamente la programación docente televisiva, con la mira puesta en el ansiado momento del regreso a las aulas para la reanudación presencial, desarrollo y cierre del curso escolar.

Para la escuela cubana y los educadores habrá llegado entonces la hora de enfrentar el desafío mayor, porque tan heterogénea es la realidad, tanta es la diversidad de situaciones, incluso en un mismo territorio, que como nunca resultan imprescindibles la flexibilización y contextualización que constituyen pilares del III Perfeccionamiento del Sistema Nacional de Educación, premisa para las adaptaciones curriculares sobre las cuales fue diseñado este año académico.

Implementarlas será tarea de cada institución educativa, sus directivos y docentes, que han de modelar una organización escolar que se parezca a sus alumnos y responda a sus necesidades, al hacer las dosificaciones y adecuaciones y al definir los tiempos y acciones para profundizar, ejercitar, consolidar, sistematizar y hasta introducir contenidos nuevos, de modo tal que los objetivos sean vencidos y los muchachos logren salir airosos de esta prueba.

Para esto es preciso un diagnóstico personalizado y en esa caracterización se trabajó duro a nivel de consejos populares, como parte de una estrategia que involucró a la escuela y las direcciones municipales de Educación, a las organizaciones estudiantiles y de masas, a los propios presidentes de los consejos, a delegados de circunscripción y otros actores sociales.

Aunque importa, y mucho, no hablamos solo de identificar los problemas, sino también de contribuir a resolverlos: atender las diferencias, capacitar y orientar a las familias, ofrecer ayuda a los estudiantes con mayores dificultades.

Para aquellos que en casa no tienen televisor o las condiciones indispensables para concentrarse y poder asimilar los contenidos, fueron habilitadas aulas en escuelas cercanas, con personal presto a ayudarlos a recuperar el tiempo perdido y borrar la desventaja en el orden académico.

Visitas a los hogares y otras acciones enfocadas en la atención a los educandos y la orientación psicopedagógica a las familias, seguimiento y apoyo a las actividades docentes televisivas desde las radioemisoras locales y los telecentros: de muchas maneras se trató de allanar el camino para ese retorno a la escuela luego de las vacaciones de verano.