La preparación de las familias constituye una prioridad dentro de la Educación de la Primera Infancia, con el fin de lograr que juegue un papel protagónico en la educación de sus hijos.

Mamá, Papá, Familia:

¿Conocen los Derechos de las niñas y los niños de la Primera Infancia?

Todo niño y niña tiene derecho a una identidad propia

El nombre es la principal forma de identidad que
tiene el ser humano; casi siempre su elección es producto de una
elaboración familiar y tiene un significado para sus miembros. Es
frecuente que dentro de los sueños que abriga todo padre y madre durante
el embarazo, el nombre del futuro hijo o hija, es ya un sentimiento que
expresa su amor y aceptación.

Toda madre o padre biológicos tienen el deber y
el derecho de reconocer a su hijo o hija, aun cuando la unión haya sido
disuelta desde el embarazo. Ninguna madre o padre tienen el derecho de
privar a los hijos o a las hijas, de sus apellidos; esto podría
provocarles sentimientos de desconfianza y dañar su autoestima.

En Cuba, un niño o niña nacidos fuera del
matrimonio, tienen iguales derechos que los nacidos bajo esta unión
legal; sus apellidos tendrán el mismo carácter jurídico.

Ser amado es un derecho

El niño y la niña para su pleno y feliz
desarrollo, necesitan del amor, las caricias y la comprensión de los
adultos que les rodean, especialmente de su familia. El amor es fuente
de vida.

El feto siente desde el claustro materno el
estado emocional de sus progenitores, las caricias de su madre y de su
padre, y la tierna mano de su hermanito o hermanita que le esperan.

Una necesidad indispensable para el desarrollo
humano es la relación con los demás, mediante caricias, sonrisas,
miradas y palabras. Estas relaciones afectivas son fuente que
condicionan la formación del pequeño y la pequeña, orientan su
desarrollo y contribuyen a su salud.

El niño y la niña al nacer, tienen derecho a ser
reconocidos con un nombre que los designan como una personalidad única e
individual.

Reconocer al hijo o a la hija nacido, es una
obligación de las madres, de los padres, las familias, lo que a su vez
engendra la responsabilidad de cuidar de su salud, educación y
participación.

El amor proporciona salud y bienestar a un niño o
niña. El surgimiento mismo de la vida de un nuevo ser, es producto del
amor.

El niño y la niña tienen derecho a una educación de calidad

En Cuba, la educación es un derecho de todos y
todas. En el caso de los niños y las niñas de 0 a 6 años, este se cumple
mediante su acceso a la atención educativa que se brinda en los
círculos infantiles, aulas de preescolar de las escuelas primarias (vía
institucional) y en el Programa Educa a tu Hijo (vía no institucional).

Las madres, los padres y la familia en general,
son los primeros educadores; mediante ellos y otros adultos cercanos, el
niño y la niña comienzan a sentir, a amar, a conocer el mundo que les
rodea, a comunicarse con otras personas, a apropiarse mediante estas
vivencias de la cultura que les ha antecedido.

Cuando leas el recuadro que aparece a
continuación, seguramente te ubicas como agente educativo, en alguna de
las vías de atención que en él aparecen, ¿quieres comentar tus
experiencias y vivencias en esos entornos en los que se garantiza el
derecho a la educación de calidad de la niñez cubana?

Cuando el niño y la niña participan y se
interrelacionan en los juegos y otras actividades, en el seno familiar,
en la comunidad, en el círculo infantil, en el aula de preescolar, en el
Programa Educa a tu Hijo, se está garantizando su derecho a una
educación de calidad y con ella, a su pleno e integral desarrollo.

Jugar es un derecho

El juego es una necesidad, un medio del
desarrollo y bienestar del niño y la niña en las edades temprana y
preescolar, por lo tanto se convierte en un derecho. Cuando los pequeños
y las pequeñas juegan, asimilan formas de comportamiento y normas que
paulatinamente van sintiendo la necesidad de respetar; procedimientos
para establecer relaciones y solucionar tareas de tipo cognoscitivo,
situaciones lúdicas y conflictos.

La creación de condiciones para realizar las
diferentes formas de juego, el promover que los niños y las niñas
jueguen y jugar con ellos y ellas, es una necesidad de la familia y en
general, de todos los educadores; para que el juego se convierta en un
verdadero medio para el desarrollo del niño y la niña, especialmente en
las primeras edades.

La participación conjunta en el juego con los
niños y las niñas, de madres, padres, familias y educadores en general,
lo hace más pleno y rico. Ellos tienen la responsabilidad de ofrecerles
espacios seguros, asumir su rol como guías y orientadores y, como tal,
enseñarles juegos, proporcionarles juguetes, que los desarrolle
integralmente; todo ello, respetando sus características individuales,
sus deseos y preferencias.

El derecho a la alimentación

El proceso de alimentación permite la
satisfacción de necesidades fisiológicas del organismo, así como la
formación de hábitos higiénicos, culturales y nutricionales. Garantizar
que los niños y las niñas reciban la dieta establecida según sus edades,
sus condiciones de salud, y velar porque este proceso transcurra en un
ambiente confortable e higiénico, es una responsabilidad de las familias
y en general, de todos los adultos que los rodean.

El derecho al descanso

Los pequeños y las pequeñas de las primeras
edades tienen derecho al descanso, ya que satisface la necesidad de
reponer sus energías y fuerzas. Establecer un horario de sueño de
acuerdo con las particularidades de cada una de las edades en los
primeros seis años de vida, es una responsabilidad, especialmente de la
familia; es necesario garantizar el cumplimiento de este derecho, pues
los niños en estas edades lo requieren para su desarrollo.

La alimentación es un derecho de los niños y las
niñas, y su realización garantiza su supervivencia y desarrollo físico,
y en general, su bienestar emocional.

El niño tiene derecho a un sueño seguro y reparador, con las condiciones higiénicas necesarias.

Se maltrata a un niño o a una niña cuando no se
cumple con la necesidad de su descanso y con la forma en que debe
realizarse; mantenerlos mojados durante el sueño, dejarlos llorar largos
ratos u otros descuidos que representan falta de atención y protección,
son acciones que expresan violación de sus derechos.

El derecho a la protección

El niño y la niña en las primeras edades, tienen
el derecho a ser protegidos contra toda influencia negativa,
fundamentalmente de maltratos y accidentes que puedan afectarlos física,
psicológicamente y hasta poner en peligro sus vidas. Los accidentes en
esta etapa constituyen causas frecuentes de sufrimientos para los niños,
las niñas y sus familias, aunque en su mayoría pueden ser evitados.

Un ambiente de seguridad y protección garantiza
su prevención. Protegerlos es una tarea básica para el disfrute de una
vida plena.

Una forma importante de protección es evitar las
manifestaciones de violencia y de maltrato, físico y mental a los niños
y las niñas de estas edades; se pueden maltratar con una mirada de
desprecio, con una agresión de palabra, cuando no se toman en cuenta sus
intereses o las características de su desarrollo, cuando se les priva
de la posibilidad de jugar, cuando se discriminan por alguna razón:
edad, raza, religión, lugar de residencia.

Discriminar es tratar diferente lo que es igual,
y no comprender que la diferencia es lo más genuino del ser humano.

El Estado y la familia deben garantizar el
cumplimiento del derecho que los niños y las niñas tienen de vivir y
desarrollarse en un mundo pleno de cuidados, de atenciones, de amor, de
seguridad, de bienestar y alegría, carentes de todo tipo de peligros, de
maltratos, de violencia.

La participación, un derecho de los niños y de las niñas

Se respeta este derecho cuando se estimula y propicia que los niños y las niñas desde las primeras edades y de acuerdo con sus posibilidades, participen en diversas actividades, expresen sus opiniones y sean escuchados. También, cuando la familia y otras personas cercanas a ellos y a ellas los tienen cuenta en la toma de decisiones, especialmente en asuntos relacionados con su bienestar.


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