En el hogar de niños sin amparo familiar IV Congreso de los Pioneros, en la comunidad Guanabo, en el capitalino municipio Habana del Este, se impulsa una obra de infinito amor en el camino de formar jóvenes plenos.
En el hogar de niños sin amparo familiar IV Congreso de los Pioneros, en la comunidad Guanabo, en el capitalino municipio Habana del Este, se impulsa una obra de infinito amor en el camino de formar jóvenes plenos. Foto: Wennys Díaz Ballaga

«Ellas son mis mamis, ellos mis hermanos y esta es mi casa» dice Leosdelmer Brunet García, un adolescente de 15 años que vive en el hogar de niños sin amparo familiar IV Congreso de los Pioneros, en la comunidad de Guanabo, en el capitalino municipio de La Habana del Este.

«Estoy aquí desde los seis años, me atienden bien. Cuando llego de la escuela ya está la merienda y la comida; ahora que termino el noveno grado quiero estudiar construcción civil», agregó.

Los hogares de niños sin amparo familiar fueron creados por el Decreto-Ley No. 76, del año 1984, y son de esas obras inmensas de la Revolución cubana que se inscriben en el concepto de no dejar a nadie desamparado, y de ofrecer a la infancia las garantías para una vida plena en nuestra sociedad.

En el país tienen sus puertas abiertas 54 hogares, que acogen a 419 niños, niñas y adolescentes, matrícula que fluctúa continuamente, porque se producen constantes ingresos y egresos a estas instituciones, refirió a Granma, Beatriz Roque Morales, directora nacional de la Educación Especial del Ministerio de Educación (Mined).

Especificó que los hogares se distribuyen por edades, 15 atienden niños y niñas de cero a seis años, y 39 a infantes y adolescentes de siete a 18 años; en tanto, las provincias con mayor número de instalaciones son La Habana, Villa Clara y Holguín.

FUNCIONAMIENTO DE LOS HOGARES

«Este tipo de institución es el resultado de la voluntad política del Estado de atender a sus infantes y adolescentes, de manera que, en condiciones muy similares a un hogar, puedan estar atendidos y protegidos adecuadamente», añadió la Directora nacional de la Educación Especial del Mined.

Significó que en esta línea se garantiza no solamente la inclusión educativa de los menores, que es un primer momento de la inclusión social, sino también que se gesten, desde el hogar de niños sin amparo familiar, las condiciones, los valores y el desarrollo de la personalidad, que les permitan ser individuos plenos y partícipes en las transformaciones en el país.

Explicó que tras la aprobación del referido Decreto-Ley se acogían en este tipo de instituciones a niños huérfanos o abandonados, pero el surgimiento de diversas complejidades sociales ha comprometido a nuestro Estado y Gobierno a brindar atención a una población infanto-juvenil que tiene determinadas carencias sociales.

Por ejemplo, añadió la directiva, hoy acogemos también a niños de hijos de familias en situación social extrema o crítica, que por las condiciones de vida no pueden atender y proteger adecuadamente a los infantes que viven bajo su guarda y custodia; a los que sus padres están cumpliendo sanciones de privación de libertad, o aquellos a los que como sanción accesoria se les impuso la extinción de la responsabilidad parental.

Roque Morales puntualizó que los infantes egresan de las instituciones tras haber alcanzado la mayoría de edad –para Cuba, 18 años–, cuando se les garantiza por las autoridades de los territorios una vivienda y estén trabajando para ser capaces de mantenerse económicamente.

Aclaró que para el caso de aquellos que, al momento de su ingreso en la institución, poseían una casa, el Estado se encarga de protegerla hasta que el menor pueda disfrutarla.

Asimismo, para los jóvenes que, alcanzada la mayoría de edad y por ende su egreso de los hogares de niños sin amparo familiar, que se encuentren estudiando en la universidad, a través del Instituto Nacional de la Seguridad Social se les asigna una pensión temporal.

HOGAR IV CONGRESO DE LOS PIONEROS

Al conversar con Marilyn Alderete Montejo, subdirectora del Hogar IV Congreso de los Pioneros, sobre el nombre de la institución, dijo que, generalmente estas casas no tienen nombre, dada su semejanza con un hogar común. Sin embargo, esta surgió en el marco del IV Congreso pioneril, de ahí su nombre, aunque la comunidad la conoce como «casa piedra» por la estructura que tiene.

Detalló que acogen a 14 adolescentes y cuenta con 30 trabajadores –cocineras, lavanderas, auxiliares generales, educadoras, enfermera y el ayudante cooperativo– distribuidos en cuatro turnos de trabajo de 24 horas, además del consejo de dirección.

Nosotros funcionamos como una casa. Los niños van a la escuela, pueden salir a casa de amistades, siempre y cuando, como cualquier madre o padre, tengamos todos los detalles del lugar y las personas y dónde va a estar cada niño.

«La labor es muy bonita, te encariñas con ellos. Paso más tiempo aquí que en mi casa, muchas veces hasta tengo que traer a mis hijos para acá», aseguró.