En la mañana de este martes, 9 de enero, se realizó una audiencia en el Subcomité del hemisferio Occidental del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, organizada por el senador republicado de Florida, Marco Rubio y copresidida por el senador demócrata de Nueva Jersey, Robert Menendez, ambos con un vasto récord de trabajo en contra de mejores relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, y promotores de todo tipo de propuestas legislativas y políticas que afectan los intereses de los pueblos  cubano y estadounidense, y solo benefician a una minoría cada vez más aislada que históricamente ha lucrado con la agresión a Cuba.

Desde su propio título “Ataques a diplomáticos estadounidenses en
Cuba”, se evidenció que el verdadero propósito de esta audiencia, a la
que fueron convocados tres funcionarios de alto rango del Departamento
de Estado, no era establecer la verdad, sino imponer por la fuerza y sin
evidencia alguna una acusación que no han podido demostrar.

A nadie le sorprenden las acusaciones infundadas ni las fabricaciones
de los senadores anticubanos, cuya única agenda política a lo largo de
los años ha sido llevar a nuestros dos países hacia una confrontación,
sin importarles las consecuencias. Su total falta de escrúpulos y
credibilidad es reconocida. La gran víctima de la audiencia del día de
hoy ha sido la verdad.

Para el gobierno cubano resultan inaceptables las irresponsables
declaraciones realizadas en la audiencia por el secretario adjunto para
los Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado,
Francisco Palmieri.

El Director de Asuntos de Servicios Médicos del Departamento de
Estado, Dr. Charles Rosenfarb, dijo que hay una multitud de síntomas que
no son atribuibles a una causa específica y que hay falta de certeza
sobre el agente causal. El Director Adjunto de Programas Internacionales
del Buró de Seguridad Diplomática, Todd Brown, expresó que los expertos
no han podido identificar la causa ni el perpetrador. Y el Sr. Palmieri
utilizó repetidas veces el término ataques. Quedó claro que se trata de
una acusación infundada contra Cuba.

El Departamento de Estado no tiene evidencia alguna que le permita afirmar que ha habido ataques contra sus diplomáticos en La Habana, ni que Cuba pueda ser responsable o tener conocimiento de acciones de terceros.

Por el contrario, meses de investigaciones exhaustivas han demostrado que no ha existido ataque alguno.

Reitero categóricamente  que el gobierno cubano no tiene
responsabilidad alguna en las afectaciones de salud reportadas por
diplomáticos estadounidenses. Cuba nunca ha perpetrado ni perpetrará, ni
ha permitido ni permitirá que terceros actúen contra la integridad
física de ningún diplomático sin excepción. El gobierno cubano tiene
conciencia de sus responsabilidades y las cumple de manera ejemplar.

Una vez más afirmo que la investigación realizada por las autoridades
cubanas, a cuyos resultados el Departamento de Estado y las agencias
especializadas de los Estados Unidos han tenido amplio y sistemático
acceso, ha arrojado que no existe evidencia alguna sobre la ocurrencia
de los alegados incidentes y no se ha producido ataque de tipo alguno.

Nada de lo aportado por el Gobierno de los Estados Unidos a lo largo
de este período e incluso hoy apunta con evidencias que los problemas de
salud reportados por los diplomáticos hayan tenido su origen o su causa
en Cuba.

Rechazamos la politización de este asunto y las medidas
injustificadas que ha adoptado el Gobierno de los Estados Unidos, con un
alto costo para nuestra población, la emigración cubana y el pueblo
estadounidense.

Denunciamos también la manipulación política de estos hechos por los
elementos anticubanos, que buscan agravar el clima bilateral, con el
único propósito de volver a una etapa de confrontación, con
consecuencias negativas para ambos países y la región.

Cuba es un país seguro, pacífico y saludable para los cubanos, para
los extranjeros, para los diplomáticos acreditados y para los millones
de personas que nos visitan cada año, incluyendo los estadounidenses.