Tomado de sitio web del PCC 

Uno de los expedicionarios del Granma, Juan Almeida, tiene el honor histórico de haber exclamado a sus compañeros “¡Aquí no se rinde nadie!” en medio del fragor del combate de Alegría de Pío, cuando parecía que todo estaba perdido y alguien había propuesto la rendición.

Nacido el 17 de febrero de 1927 en un barrio humilde de La Habana Vieja, en el seno de una familia de 12 hermanos. Desde su adolescencia sintió vocación por la música, pero su situación económica, le impidió hacer estudios regulares.

Almeida fue sintiendo la necesidad de transformar la sociedad al contemplar en los barrios pobres en que vivió, la situación de penuria, discriminación racial y desigualdad en que vivían los sectores más vulnerables y fue manifestándose en él cierta rebeldía que lo llevaría a incorporarse al Partido Ortodoxo, fundado por Eddy Chibás.

Se incorpora a la lucha revolucionaria contra la tiranía de Batista desde el mismo 10 de marzo de 1952. Conoció a Fidel en la Plaza Cadenas de la Universidad de La Habana y quedó concertado con él y Armando Mestre. Detenido por su participación en el asalto al Cuartel Moncada, fue condenado a 10 años de prisión. Liberado el 15 de mayo de 1955 junto con los demás moncadistas amnistiados, sale para México y allí participa en los preparativos del Granma.

Toma parte en toda la campaña de la Sierra y el 27 de febrero de 1958 se le asciende al grado de Comandante y se le asigna la misión de abrir el III Frente Oriental “Mario Muñoz Monroy”, misión que cumple de inmediato. El 6 de marzo de 1958 Almeida llegaba al lugar conocido por Puerto Arturo, al frente de la recién creada Columna Número 3 del Ejército Rebelde.

En los mismos escenarios de San Lorenzo y Dos Ríos, sitios sagrados donde libraron sus últimos combates el Padre de la Patria y el Apóstol de la independencia cubana, Juan Almeida Bosque operó con su columna guerrillera. Gracias a su empuje fueron creadas en el lugar numerosas obras: 52 escuelas, 6 hospitales, se construyeron varios caminos vecinales y se aplicó la Ley de Reforma Agraria firmada en la Sierra Maestra.

Esta columna, estaba integrada por 57 combatientes, los cuales habían partido el primero de marzo desde Pata de la Mesa junto con la Columna 6 “Frank País”, que sería la encargada de abrir el II Frente liderado por el Comandante Raúl Castro. La estrategia de Fidel era tomar la ciudad de Santiago de Cuba, donde se hallaba la segunda fortaleza militar en importancia del país y necesitaba tener allí una tropa preparada para cuando eso sucediera. El Tercer Frente abarcaba una superficie de más de 6 mil kilómetros cuadrados desde las cercanías de Bayamo hasta Santiago de Cuba y fue decisivo en la concepción estratégica de Fidel para enfrentar la ofensiva del ejército de Fulgencio Batista, que con unos 10 mil efectivos pretendía abatir a las fuerzas rebeldes con un poderoso despliegue de hombres y medios en las montañas orientales.

Como jefe del Pelotón de Vanguardia, estaba el capitán Calixto García Martínez, asaltante al Cuartel Carlos Manuel de Céspedes y expedicionario del yate Granma, y frente al Pelotón de Retaguardia venía el capitán Guillermo García Frías, primer campesino incorporado al Ejército Rebelde, quien era, además, el segundo jefe de la Columna 3. También  este Frente contó con la presencia de la heroína del Moncada, Melba Hernández. En sus casi nueve meses de creado en el territorio del Tercer Frente se libraron varios combates victoriosos contra el enemigo en su propósito de cercar a Santiago de Cuba y sus tropas además, apoyaron batallas decisivas como la de Guisa y Palma Soriano, que fueron personalmente dirigidas por el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz.

Después del triunfo de la Revolución, Almeida desempeñó altas responsabilidades en el Partido y el gobierno. Fue Comandante de la Revolución y Presidente de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana. Gracias a su faceta de compositor y escritor realizó más de 300 canciones y una docena de libros, entre los cuales se destaca Contra el Agua y el Viento (Premio Casa de las Américas, 1985).

En la Guerra de Independencia, muchos mambises después de los combates, echaban mano a los instrumentos musicales y hacían canciones durante los ratos de ocio en los campamentos. Siguiendo esta tradición, Almeida, que comienza desde la adolescencia una etapa de músico empírico,   combatió en la Sierra Maestra con papelitos en los bolsillos donde guardaba canciones, que después llevó al pentagrama. Su canción La Lupe, inspirada en el encuentro con una muchacha llamada Guadalupe, a quien conoce en el Bosque de Chapultepec durante su exilio en México, fue su canción más conocida y emblemática. Otras también se hicieron muy populares: Marinero quiero ser, Este camino largo, Dame un traguito, Esa mujer y A Santiago.

En cierta ocasión, después de una fatigosa marcha, Almeida llegó de noche a la casa donde vivía la campesina Apolinaria “Surita” Vicety sus seis hijos, en La Lata, entonces una humilde comunidad de haitianos y le pidió  que le permitiera descansar en el lugar ya que llevaba 6 días sin dormir o comer. Surita, sin preguntar su identidad lo alojó sin reparos. En esta casa Almeida instaló su Comandancia y construyó un pequeño hospital para atender a las familias de la zona.

Tras su fallecimiento en La Habana, el 11 de septiembre del 2009 y atendiendo a su voluntad, los restos mortales del legendario comandante fueron inhumados, con honores militares, en el Mausoleo del III Frente Mario Muñoz, ubicado en la Loma de la Esperanza, a pocos kilómetros de La Lata.

El Comandante Juan Almeida Bosque, centinela y cantor de la Revolución, cumplió con honor la misión que le asignó el Comandante en Jefe y fue uno de los pilares de la victoria definitiva del pueblo cubano.